Un estudio longitudinal, trátese de un ensayo clínico o de cohorte, tiene la virtud de seguir la secuencia lógica en la que ocurren los componentes del fenómeno de causalidad. Sin embargo, en un estudio transversal no existe esta secuencia lógica y coincide la medición de los tres componentes (estado basal, maniobra y resultado). El “juicio clínico” nos ayuda a reconstruir artificialmente dichos componentes en la secuencia temporal en que ocurrieron. Sin embargo, la forma como se ensambla la población y como se obtiene la información —transversal y retrolectivamente— conlleva el riesgo de caer en sesgos. Si bien el uso de la encuesta transversal para asociar una maniobra con un probable desenlace resulta difícil y frecuentemente genera errores (sobre todo cuando se estudian fenómenos patológicos), es extraordinaria para mostrar el desarrollo del sujeto sano simulando un estudio longitudinal, como ocurre con la estimación de la talla y el peso de acuerdo con la edad; a este tipo de diseño se le ha denominado “longitudinal cross sectional study”.
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