La enfermedad renal crónica ha alcanzado una gran relevancia en los últimos años debido a su creciente frecuencia y a los altos costos que genera, ya que, cada vez más, se aprecia como un importante problema de Salud Pública asociado a una mortalidad prematura con importantes implicaciones sociales y económicas. Todo ello ha hecho aconsejable no solo su diagnóstico y detección precoz, sino también aumentar su grado de conocimiento y coordinación entre distintos niveles asistenciales.