ISSN: 0443-511
e-ISSN: 2448-5667
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Relación entre grasa corporal y depuración de creatinina en adultos con y sin diabetes mellitus

Cómo citar este artículo: Romero-Campos S, Viveros-Cortés Á, Medina-Escobedo M, Sansores-España D, Villanueva-Jorge S. Relación entre grasa corporal y depuración de creatinina en adultos con y sin diabetes mellitus. Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2015;53(3):302-7.

PubMed: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25984615


APORTACIONES ORIGINALES


Recibido: 20/05/2014

Aceptado: 19/12/2014

Relación entre grasa corporal y depuración de creatinina en adultos con y sin diabetes mellitus

Relationship between body fat and creatinine clearence in adults with and without diabetes mellitus

Sandra Romero-Campos,a Ángel Viveros-Cortés,a Martha Medina-Escobedo,b Delia Sansores-España,a Salha Villanueva-Jorgec

aUnidad de Investigación en Enfermedades Renales

bCoordinación de la Unidad de Investigación en Enfermedades Renales

cLaboratorio de la Unidad de Investigación en Enfermedades Renales


Hospital General “Dr. Agustín O´Horán”, Servicios de Salud de Yucatán, Yucatán, México


Comunicación con: Martha Medina-Escobedo

Teléfono: (999) 9303 320, extensión 45652

Correo electrónico: marthamedinaescobedo@hotmail.com


Introducción: la obesidad es un factor de riesgo para daño renal. El objetivo del estudio fue conocer la relación entre el porcentaje de grasa corporal (PG) y la depuración de creatinina en pacientes adultos con y sin diabetes mellitus 2 (DM2).

Métodos: estudio observacional, prospectivo, transversal de correlación. Se evaluaron adultos entre 18 y 60 años, con y sin DM2. Se determinó el tiempo de evolución con DM2, el PG, el índice de masa corporal (IMC), la depuración de creatinina (Cockroft-Gault [DCrCG]), la glicemia y la micro/macroalbuminuria. Mediante la prueba de Spearman se determinó la correlación entre DCrCG y PG.

Resultados: se incluyeron 174 sujetos. La frecuencia de obesidad por IMC y PG en sujetos con y sin DM2 fue similar. El 12.6 % no tuvo daño renal y el 50.7 % tuvo riesgo aumentado de enfermedad renal. Las frecuencias para los estadios 1 a 4 fueron 12.0, 20.1, 4.0 y 0.6 %, de forma respectiva. La prueba de Spearman mostró relación directa entre PG y DCrCG, mayor en diabéticos (r = 0.418 frente a r = 0.327, p < 0.0001).

Conclusiones: el PG corporal se correlacionó en forma directa con la DCrCG en sujetos con y sin DM2; se infiere que a mayor daño renal, menor grasa tiene la población evaluada.

Palabras clave: Grasa corporal, Depuración de creatinina, Diabetes mellitus.


Background: Obesity is a risk factor for renal damage. This study aimed to determine the relationship between body fat percent and creatinine clearance in adult patients with and without type 2 diabetes mellitus (T2DM).

Methods: An observational prospective cross-correlation study was carried out among adults with and without T2DM between 18 and 60 years of age. It was determined the time of evolution with T2DM, as well as fat percentage (FP), body mass index (BMI), creatinine clearance (Cockroft-Gault [CrCCG]), glycemia and micro/macroalbuminuria. The correlation between CrCCG and FP was determined by Spearman’s test.

Results: 174 subjects were included in this study. Obesity by BMI and FP in subjects with and without T2DM was similar. Of the studied subjects, 12.6 % didn’t have kidney damage and 50.7 % had increased risk of renal disease; the frequencies for stages 1-4 of kidney damage were 12.0, 20.1, 4.0 and 0.6 %, respectively. Spearman’s test showed a direct relationship between FP and CrCCG, higher in diabetics (r = 0.418, p < 0.0001) than in non-diabetics (p = 0.327, p < 0.0001).

Conclusions: The FP was correlated directly with the CrCCG in subjects with and without T2DM; therefore, we can conclude that the greater the kidney damage, the smaller the fat porcentage in the study sample.

Keywords: Body fat, Creatinine clearance, Diabetes mellitus


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como una acumulación anormal excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud;1 este padecimiento afecta al 64.3 % de adultos en México, mientras que el 9.2 % de la población padece diabetes y el 8 % enfermedad renal crónica (ERC).2,3 De forma independiente, la obesidad es considerada como un factor de riesgo para enfermedad renal y es, a su vez, un factor de riesgo para diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular, las cuales han sido asociadas con fallo renal.4

Un metaanálisis realizado por Wang et al.5 reportó que la enfermedad renal puede asociarse a sobrepeso y obesidad en el 24.2 % de los hombres y el 33.9 % de las mujeres. En los países industrializados se ha observado que esta relación es menor (13.5 y 24.9 %) en hombres y en mujeres, respectivamente.5

Por otra parte, se han descrito cambios hemodinámicos en la filtración glomerular en sujetos con obesidad; en estos la primera manifestación clínica de lesión renal es el aumento significativo de albumina en la orina. Estas alteraciones hemodinámicas se deben, principalmente, a la dilatación de las arteriolas aferentes, pero también se ha documentado que puede haber vasoconstricción eferente causada por la estimulación del sistema renina-angiotensina (SRA).6

Más que un reservorio de energía, el tejido adiposo se comporta como un tejido endocrino, en vista de que produce adipocinas con diferentes efectos metabólicos que pueden comprometer la salud.6,7 En otras investigaciones se ha descrito la posible influencia nefrotóxica de la leptina y la angiotensina II; la primera podría contribuir en la génesis de glomeruloesclerosis, estimulando la proliferación glomerular, así como la expresión de citocinas proescleróticas, representadas por el factor transformador de crecimiento beta (TGF-β1).8,9 La angiotensina II, por su parte, produce un incremento en la reabsorción de sodio, activando de esta forma la vasodilatación glomerulotubular, con el consecuente aumento del flujo sanguíneo renal, la presión intraglomerular y del filtrado glomerular (FG).9 Navarro et al. encontraron una correlación significativa (p < 0.05) entre la adiponectina y la interleucina 6 (IL-6) con la arterioesclerosis renal.8

Métodos

Previa autorización por el Comité de Investigación y Ética del Hospital General “Dr. Agustín O’Horán”, se realizó un estudio observacional, prospectivo y transversal de correlación. Se evaluaron adultos entre 18 y 60 años, con diagnóstico confirmado de DM2 de acuerdo con los criterios de la ADA (American Diabetes Association), así como sujetos sin DM2. Se excluyeron los casos con antecedente de enfermedad renal crónica o con algún tratamiento sustitutivo renal, bajo tratamiento con medicamentos esteroideos, personas con VIH, embarazadas, atletas, personas con edema o sujetos en los que no se pudieran obtener las medidas antropométricas correspondientes.

El tamaño de la muestra se calculó con base en un valor esperado de r = 0.30, un alfa bilateral de 0.05 y un valor de beta de 0.20. Se invitó a participar a las personas que acudían a la consulta externa del hospital. Todos los sujetos que reunieron los criterios de inclusión y aceptaron participar en el estudio firmaron una carta de consentimiento informado. Se aplicó un cuestionario para indagar sobre comorbilidades y recolectar las variables de estudio. Se determinó la edad y el tiempo de evolución con DM2; previo ayuno de 12 horas se midió el peso y el porcentaje de grasa (PG) mediante bioimpedancia eléctrica con un analizador de composición corporal modelo TBF 300 A Tanita®; se midió la talla con un equipo Marca Seca®; se determinó el IMC; además se tomó una muestra de sangre para determinación de glucemia y creatinina sérica, así como una de orina para la cuantificación de proteínas (micro o macroalbuminuria). La depuración de creatinina se determinó por la fórmula de Cockroft-Gault (DCrCG), mientras que las etapas de daño renal fueron clasificadas de acuerdo con las guías de la National Kidney Fundation (K/DOQI).18

En el análisis de datos se usó estadística descriptiva y la prueba de Spearman para determinar la correlación entre la DCrCG y el PG. Esta investigación fue financiada por la Fundación Mexicana para la Salud Capítulo Peninsular A.C. y los Servicios de Salud de Yucatán.

Resultados

Se estudiaron 174 sujetos, 86.2 % (n = 150) fueron mujeres; el 50 % (n = 87) de la población tuvo diagnóstico confirmado de DM2. En el cuadro I se describen las características generales de los sujetos de estudio. La media del tiempo de evolución con DM2 fue de 87.7 meses, con valores desde un mes hasta 288 meses.

En cuanto a la evaluación por IMC, el 10.9 % (n = 19) tuvo IMC normal, el 34.5 % (n = 60) sobrepeso y el 54.6 % (n = 95) obesidad. En las mujeres, la frecuencia de obesidad fue mayor que en los hombres (57.3 frente a 37.5 %), mientras que el sobrepeso predominó en estos últimos (41.7 frente a 33.3 %).

En lo que respecta al porcentaje de grasa (PG) de los sujetos de estudio, se encontró que el 14.3 % (n = 25) tuvo un PG por debajo del promedio, el 47.1 % (n = 82) un porcentaje promedio y 38.5 % (n = 67) tuvo valores superiores a la media de la población de referencia para edad y sexo. No hubo diferencia estadística al comparar la frecuencia de sobrepeso (33.3 frente a 35.6 %, p = 0.9) ni obesidad con base en el IMC (56.3 frente a 52.8 %, p = 0.7) en los sujetos con y sin DM2; tampoco al comparar el PG por arriba de lo normal (37.9 frente a 39.0 %, p = 0.7).

Además de obesidad, se observó hipertensión arterial (HTA) en el 46.6 % (n = 81) del total de sujetos estudiados; de manera específica, en los sujetos sin DM2 estuvo presente en el 33.3 % (n = 29), mientras que en los sujetos con DM2 la frecuencia fue del 59.9 % (n = 52).

Por otra parte, los pacientes con y sin DM2 tuvieron una depuración de creatinina media de 112.5ml/min/1.73m2 SC frente a 105.2ml/min/1.73m2 SC, de forma respectiva (p = 0.15).

Los sujetos estudiados se clasificaron de acuerdo con la etapa de daño renal; del total de sujetos, 12.6 % (n = 22) no tuvo daño renal, 50.7 % (n = 88) tuvo riesgo alto de enfermedad renal, el 12.0 % (n = 21) estadio 1, el 20.1 % (n = 35) estadio 2, el 4.0 % (n = 7) estadio 3, y el 0.6 % (n = 1) estadio 4. De manera específica, el 6.8 % (n = 6) de los sujetos con diabetes tuvieron ERC, mientras que en los sujetos sin DM2, la prevalencia de esta fue de 2.3 % (n = 2). Los resultados por estadio de enfermedad renal se presentan en el cuadro II; no hubo diferencia entre la frecuencia de ERC en sujetos con y sin DM2 (p = 0.3).

Se determinó la correlación entre el PG y la depuración de creatinina (Cockroft-Gault [DCrCG]) en ambos grupos, la cual muestra que en los sujetos con DM2 dicha relación fue mayor (figura 1).

La comparación entre el PG y los estadios de daño renal se presenta en la figura 2; se observa que en los sujetos sin daño renal la mayoría tiene masa grasa promedio en relación con los valores de referencia; en los sujetos con RAER y estadio 1, 54.4 y 61.9 %, respectivamente, tienen exceso de grasa; en el estadio 2, el 57.1 % tiene masa grasa promedio, mientras que en las dos últimas etapas la mayor parte de los sujetos tienen masa grasa abajo del promedio.

Discusión

El exceso de grasa corporal, característica de la obesidad, favorece diversas alteraciones estructurales y funcionales a nivel renal que pueden llevar a ERC.10

En el presente estudio las características generales de la población describen a sujetos con exceso de peso corporal (cuadro I); la frecuencia de sobrepeso más obesidad en hombres y mujeres fue mayor que lo reportado a nivel nacional por la ENSANUT 20122 (79.1 frente a 69.4 % y 90.6 frente a 73 %, en forma respectiva), mientras que a nivel estatal fue similar en hombres (79.1 frente a 78.6 %), pero mayor en mujeres (90.6 frente a 82 %).11

La comparación del IMC y el PG entre los sujetos con y sin diabetes no resultó estadísticamente diferente. Lo anterior difiere de lo observado por Heshka et al.,12 quienes observaron que el IMC y el PG es mayor en sujetos con DM2 que en los no diabéticos (34.5 frente a 30 kg/m2; 36.2 frente a 33.6 %). La asociación entre sobrepeso y obesidad, determinada por el IMC, está claramente establecida con la ERC; existe evidencia de que la obesidad por sí sola es un factor de riesgo para daño renal,13 dado que el tejido adiposo libera citoquinas que originan resistencia a la insulina (RI), hipertensión arterial (HTA) y disfunción endotelial.14,15

En los sujetos con DM2, la glicemia fue mayor (p < 0.0001) que en los sujetos sin diabetes, (179.87 mg/dL frente a 106.48 mg/dL); la hiperglucemia sostenida está implicada en el desarrollo de nefropatía diabética (ND) y es secundaria a los efectos tóxicos de la glucosa mediante tres mecanismos principales: 1) a través de la glicación proteica, 2) por la activación de la aldosa reductasa y de la vía de los polioles y 3) al activarse la proteinkinasa-C beta.16 En ambos grupos, diabéticos y no diabéticos, los niveles de creatinina sérica se encontraron dentro de la normalidad; sin embargo, al hallarse sujetos en estadios avanzados de ERC se confirma que la creatinina sérica no refleja del todo el buen funcionamiento renal. Diversos estudios demuestran que este parámetro no es un buen indicador de enfermedad renal crónica incipiente.17,18

La prevalencia de HTA en los sujetos con y sin DM2 del estudio fue mayor a lo reportado en la ENSANUT 2012 para la población de Yucatán (46.6 frente a 13.6 %),11 lo que podría estar relacionado con la detección de HTA en sujetos del estudio, sin antecedente previo de la enfermedad. De forma específica, en los sujetos sin DM2 la HTA estuvo presente en el 33.3  %, semejante a lo encontrado en un estudio realizado con población mexicana aparentemente sana (36 %);19 en los sujetos con diabetes fue de 59.8 %, similar a lo reportado por Anchundia et al.20 (60 %). La literatura refiere que la HTA es un factor de susceptibilidad, iniciador y de progresión de la ERC,21 es decir, potencia la probabilidad de daño renal; por lo tanto, la probabilidad de daño renal crónico en la población de Yucatán es mayor.

La relación entre el PG y la DCrCG fue significativa (p < 0.0001) y mayor en los sujetos con diabetes, que en los que no la padecen (r = 0.418 frente a r = 0.327). Un estudio realizado en sujetos con DM2 encontró mayor correlación entre la masa grasa corporal y la depuración de creatinina, que otros componentes corporales como la masa magra y el agua total, similar a lo encontrado en nuestro estudio (r = 0.35, p < 0.0001).22 No se hallaron investigaciones publicadas con las cuales comparar los datos de los sujetos sin diabetes.

Los sujetos sin daño renal se caracterizaron por tener porcentajes de grasa corporal promedio con respecto a los valores de referencia para edad y sexo, mientras que en etapas iniciales del daño renal la masa grasa es excesiva tanto para sujetos diabéticos como para los no diabéticos; sin embargo, a partir del estadio 3 la masa grasa desciende. Se ha descrito que en sujetos que inician tratamiento sustitutivo de la función renal, la desnutrición afecta entre el 16 y 54 %, lo que indicaría cambios en su composición corporal y una mayor mortalidad.23,24

En relación con la homeostasis, la composición corporal sufre diversos cambios durante las etapas de la vida: a medida que se envejece la masa grasa corporal aumenta, mientras que la masa magra y la densidad ósea disminuyen.25 A su vez, se describe en la literatura que la función renal va en detrimento a medida que se envejece, de manera que los riñones sufren cambios en su forma y en la tasa de filtrado glomerular; sin embargo, esta disminución de la función renal no es tan drástica como para llevar a un sujeto a enfermedad renal terminal.26 En síntesis, a medida que se envejece, la composición corporal y la función renal se modifican de forma natural; sin embargo, ninguno de estos cambios justifica que los sujetos lleguen a padecer enfermedad renal crónica.

En este estudio, la frecuencia de ERC fue de 4.6 % (n = 8), menor a lo reportado a nivel mundial en población general (6.7-10.4 %), así como a lo reportado a nivel nacional (8.07%).27,28 De manera específica, en los sujetos sin diabetes la frecuencia de ERC fue menor a lo observado en población mexicana aparentemente sana (2.3 frente a 7.2 %).29 En los diabéticos la frecuencia de ERC fue de 6.8 %, menor a lo reportado por Lou et al. (25.2 %).30

La frecuencia de daño renal para los estadios 1 y 2 fue mayor para los sujetos con y sin DM2 de este estudio, en comparación con el realizado por Lou et al. (estadio 1: 12 frente a 1.9 %; estadio 2: 20.1 frente a 9.5 %); mientras que para el estadio 3 y 4 las frecuencias fueron menores en el nuestro (estadio 3: 4 frente a 37.8 %; estadio 4: 0.6 frente a 1.6 %) (cuadro II).25

Conclusión

El PG se relaciona de forma directa con la DCrCG en sujetos con y sin DM2 y en vista de que la ERC puede estar afectando no solo a los sujetos con DM2, sino también a aquellos aparentemente sanos, se hace primordial la evaluación de la función renal en sujetos con DM2 y en aquellos que únicamente tienen obesidad, sin algún otro factor de riesgo para el desarrollo de la misma.

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Declaración de conflicto de interés: los autores han completado y enviado la forma traducida al español de la declaración de conflictos potenciales de interés del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, y no fue reportado alguno que tuviera relación con este artículo.

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