Cómo citar este artículo: Rivera H. Publicaciones biomédicas fraudulentas en México. Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2015;53(1):53-4.
CARTAS AL EDITOR
Horacio Riveraa
aDivisión de Genética, Centro de Investigación Biomédica de Occidente (CIBO), Instituto Mexicano del Seguro Social. Departamento de Biología Molecular y Genómica, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México
Comunicación con: Horacio Rivera
Correo electrónico: hrivera@cencar.udg.mx
Una reflexión reciente en esta revista sobre publicaciones científicas fraudulentas1 ilustra la conducta impropia en México con la alusión a dos plagios por el mismo autor en una revista médica nacional.2 En contraste, en ese mismo artículo se nombra a 10 investigadores extranjeros famosos por sus tropelías perpetradas en revistas de difusión mundial, incluidas en el Journal of Citation Reports (JCR). Con el fin de fomentar la integridad científica en nuestra comunidad —y sin hacer una revisión exhaustiva— recopilo aquí otros casos de plagio, publicación duplicada y autoría irresponsable en los que han incurrido autores mexicanos. Estos casos están documentados en revistas biomédicas (en su mayoría incluidas en el JCR y en PubMed):
Además de los casos descritos, existen otras transgresiones a la ética de la publicación que afectaron a revistas mexicanas de circulación más restringida2,13 y ni qué decir de las llamadas “prácticas cuestionables en la investigación y comunicación”, tan comunes en nuestro medio. Para ilustrar estas últimas, remito al lector a referencias en las que se expone la ciencia de periódico,14 las citaciones sesgadas u omitidas,10,15-18 ciertos fiascos o hallazgos espectaculares no confirmados4 y la modalidad “salami”.19,20
Aunque no hay un estudio que explore cómo el afán de pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y alcanzar las categorías superiores ha propiciado la autoría irresponsable y otras prácticas deshonestas entre los académicos mexicanos, parece indudable que así es. Menciono como ejemplo al grupo de genética humana en el que he trabajado desde 1977. Al crearse el SNI en 1984, ingresamos ocho como nivel I y uno como nivel II; para septiembre de 2014, las cifras correspondientes a las máximas categorías alcanzadas por los integrantes de ese grupo y egresados del posgrado co-impartido con la Universidad de Guadalajara fueron como sigue: uno emérito y (al menos) otros cinco nivel III y 15 más nivel II. Un vistazo comparativo a PubMed podría revelar las contribuciones propias o verdaderas de cada usufructuario y también distinguir si tan notables logros en el SNI realmente reflejan “excelencia” o más bien autorías corporativas, coercitivas y de beneficencia o incluso encubrimiento de plagios en las evaluaciones académicas correspondientes. Cabe subrayar que un “sistema solar en marcha” análogo fue descrito por Víctor Hugo en Los miserables:
Así como en otros ramos hay cargos pingües, en la iglesia hay buenas mitras. Estas las desempeñan obispos que... hacen llover en torno suyo, sobre los servidores solícitos y los favoritos, y sobre toda esta juventud, los buenos curatos, las prebendas,... mientras llegan las dignidades episcopales. Al avanzar ellos mismos, hacen progresar a sus satélites; es todo un sistema solar en marcha.21
La propagación inevitable e incontenible de las conductas impropias permite predecir con cínico realismo que la proporción de investigadores (neologismo acuñado por KD Gorenc Krauze) será cada día mayor y que la integridad científica permanecerá como una entelequia o mera ilusión. Al respecto, transcribo una declaración de Paul Taylor, experto en integridad científica de la Universidad de Melbourne: “We have to accept that where there is research, there will be research misconduct… no policy, no education or training, no administrative requirement, is going to stop misconduct”.22 Nótese de paso que dicha opinión aparece en un comentario sobre la infausta saga de las células STAP —sensacional hallazgo ahora retractado— que llevó al suicidio a un prestigiado y respetable investigador. No obstante, tomo el ejemplo de Brasil23 para pugnar contra toda esperanza porque las instancias correspondientes en México (comités de ética institucionales, la Junta de Honor del SNI y la Comisión de Integridad Científica de la Academia Mexicana de Ciencias) efectivamente promuevan la integridad, combatan las malas prácticas e impongan sanciones. Obviamente, debe considerarse también la obligación para los guardianes de las buenas prácticas, es decir los editores, revisores e integrantes de comisiones evaluadores, de rendir cuentas y de no incurrir en conductas impropias o por el encubrimiento de plagios en el SNI aludidos arriba.