El cáncer de mama continúa siendo una de las principales causas de mortalidad en México1 y en todo el mundo; también constituye una de las principales causas de mortalidad prematura para mujeres.2 Es considerado un problema de salud pública en muchos países desarrollados y en vías de desarrollo, tanto por su frecuencia como por la cantidad de recursos de servicios de salud que se invierten en su detección y tratamiento; al mismo tiempo, altera el entorno social y psicológico de las mujeres en quienes se detecta.3
El origen de este cáncer es multifactorial y está vinculado con la genética, uso de hormonas, alcohol, dieta, obesidad, radiación y edad avanzada,4 así como con los contaminantes de acuíferos y suelos que provienen de las industrias. De hecho, cuando esos tres últimos coincidieron en una misma zona, se incrementó la frecuencia de presentación del cáncer de mama.5
Como enfermedad, el cáncer de mama es heterogéneo y tiene múltiples subgrupos de características particulares, como, por ejemplo, variaciones moleculares, antecedentes celulares, sensibilidad a diferentes tratamientos, y amplia variación en resultados clínicos y de pronóstico. Se le han identificado cinco subtipos según la expresión del receptor.6 La diversidad fenotípica del cáncer mamario se corresponde con su diversidad en los patrones de expresión. Dependiendo del tipo molecular o estadio del cáncer será la indicación de manejo, con mejores respuestas, como con el uso de cirugía, quimioterapia o radioterapia, lo cual incide en la recurrencia y mortalidad a 5-7 años.7 México participa actualmente en investigación molecular enfocada a mejorar herramientas diagnósticas y terapéuticas.4
Detección
En el 2003, la Sociedad Americana de Cáncer propuso la guía para el tamizaje temprano del cáncer de mama. Para su desarrollo se incluyó un análisis acerca de la mastografía, el examen físico, la detección de mujeres mayores con condiciones comórbidas y mujeres de alto riesgo, así como la proyección del uso de nuevas tecnologías. Se destacó la necesidad de que las mujeres entre 20 y 30 años deberían realizarse por lo menos cada tres años un autoexamen de mamas. También se resaltó la importancia de iniciar con mastografía en mujeres con riesgo promedio a partir de los 40 años, más un examen clínico de los senos, preferiblemente anual. En las mujeres mayores con una salud razonablemente buena, se podría continuar con la mastografía, pero en mujeres con mayor riesgo de cáncer de mama, debería indicárseles el beneficio del inicio más temprano del tamizaje, intervalos de autoexploración más cortos o la realización de ultrasonido o imagen de resonancia magnética.8 En la revisión de las guías publicadas en el 2015 se cambiaron algunas recomendaciones de importancia para el tamizaje en el cáncer de mama. Entre ellas, que se debe implementar o continuar con la detección de cáncer de mama en mujeres de 70 o más años, aunque gocen de buena salud; se sugirió el inicio de detección a edades más tempranas para disminuir el riesgo acumulativo de exámenes falso-positivo; la Sociedad Americana de Cáncer ya no recomienda el examen clínico rutinario de mamas como método único de detección para mujeres en riesgo promedio de cualquier edad.9
De acuerdo con la Sociedad Americana de Cáncer, la forma convencional como se clasifican los hallazgos en los estudios para la detección del cáncer de mama, se lleva a cabo por medio de la llamada Breast Imaging Reporting and Data System (BIRADS).10 La clasificación va del 0 al 6, aunque la categoría 6 se utiliza únicamente cuando una biopsia ya realizada demostró el cáncer y orienta sobre cómo está respondiendo al tratamiento, por lo que las mastografías suelen reportarse solamente del 0 al 5, donde:
−0 = evaluación incompleta, mala técnica o se requiere hacer otros estudios o comparar con estudios anteriores, sin evidencia clara de alteraciones. −1 = negativa, mama normal. −2 = identificación de lesiones benignas, como fibrosis, lipomas, calcificaciones, entre otras (98% de posibilidad de que sean no cancerosas). −3 = resultado positivo, con sospecha de benignidad e indicación de seguimiento a corto plazo. −4 = resultado positivo, con sospecha de cáncer e indica la necesidad de realizar una biopsia en corto tiempo. −4A = hallazgos con baja posibilidad de malignidad. −4B = hallazgos con posibilidad intermedia de malignidad. −4C = hallazgos con posibilidad intermedia mayor de malignidad. −5 = hallazgos altamente sugerentes de malignidad (95% de posibilidad de malignidad).11
Se ha considerado que los hallazgos con categoría 3 a 5 presentan la mayor relevancia, aunque aún se describe una gran variabilidad en la interpretación del BI-RADS 3, lo cual influye en la perspectiva del seguimiento al ser considerado de antemano como “sospecha de benignidad”.12 Sin embargo, se ha propuesto que el uso estandarizado del vocabulario BIRADS ayudaría a disminuir la variabilidad interobservador al momento de emitir el diagnóstico.12,13
Mortalidad
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de mama es cada vez más mortífero y ha extendido su rango de presentación al grupo de los 20 años,14 aunque los mayores riesgos de malignidad se siguen presentando en el grupo de mujeres entre 50 y 64 años (razón de momios [RM] = 12.44, intervalo de confianza al 95% [IC 95%]: 2.29-232, p < 0.05) y mujeres mayores de 64 años (RM = 10.93, IC 95%: 1.73-213.91, p < 0.05). No se debe olvidar que el antecedente personal de cáncer de mama también es un factor de riesgo de malignidad (RM = 5.53, IC 95%: 2.2114.53, p < 0.001).15
Un análisis de bases de datos entre los años 2000 y 2010 en México mostró que hubo 66 405 nuevos casos y 47 832 fallecidas por cáncer de mama. La menor incidencia se ubicó en el grupo de 20-44 años (12.29/100 000 mujeres en 2010) y la más alta en el grupo de 60-64 años (57.38/100 000 mujeres en 2010). La mortalidad permaneció en el mismo nivel en los grupos de 25-44 y 45-49 años, con un incremento leve en el grupo de 60-64 y > 65 años. El grupo de 50-59 años fue el único que mostró una disminución en el número de fallecimientos.16
La mortalidad por cáncer de mama ha continuado su aumento y aunque se han reportado tasas más altas en los países en desarrollo, la diferencia parece estar disminuyendo.17 Las latinoamericanas que residen en los estados fronterizos de Estados Unidos y México tienen tasas de mortalidad por cáncer de mama desproporcionadamente más altas en comparación con la mayoría de sus contrapartes en el interior de cualquiera de los países.18 Aun así, las prácticas de detección también han mejorado, lo que incide en menores cantidades de fallecimientos en los grupos en riesgo. Incluso, las mujeres mexicanas han mostrado mejores niveles de participación cuando se evaluaron los conocimientos acerca de la detección oportuna (54.8%) al compararse con latinoamericanas norteamericanas.17 Aunque la incidencia está aumentando, seguramente por el incremento en el tamizaje en muchos países, la mortalidad ha ido disminuyendo en aproximadamente 20%.9,19
Con la intención de darlo a conocer y que potencialmente pueda ser utilizado en su ámbito de aplicación para la toma de decisiones clínicas y directivas, considerando los cambios actuales en la dinámica de la Ciudad de México, el objetivo del presente trabajo fue describir el panorama general del cáncer de mama en las unidades de la Delegación Sur de la Ciudad de México del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante el 2017.